jueves, 18 de enero de 2018

Las plantas silvestres como portainjertos de árboles frutales


En ocasiones, cuando se trabaja con plantas, resulta necesario reproducir los ejemplares manteniendo sin alterar aquellos caracteres organolépticos, morfológicos, etc., que proporcionan valor a una determinada variedad. Para ello, siempre que sea posible, se recurre a la reproducción asexual, altamente conservadora. Así, se obtienen clones, individuos exactamente iguales entre sí, que conservan, de forma inmutable, las características del único progenitor del que proceden. 

Frente a esta inmutabilidad, en la reproducción sexual, en la que dos células sexuales se unen para dar un nuevo individuo, se produce una recombinación genética, que mezclará los caracteres de ambos progenitores. En este caso, el individuo resultante, diferente de sus dos antecesores, podrá reunir mutaciones procedentes de líneas genealógicas distintas que, a lo largo del tiempo, han ido facilitando la supervivencia de sus portadores, aumentando con ello la flexibilidad y la capacidad de adaptación del individuo. Así, mediante la combinación particular y diferente de caracteres en cada descendiente, una sola pareja de progenitores puede dar lugar a un linaje de una gran variabilidad. En el mundo de las plantas superiores, la unión de dos células sexuales se materializa en forma de semilla, que será la encargada de dar lugar, cuando germine, a la próxima generación.

En Viveros Talaia, conscientes del potencial que este tipo de reproducción supone, todas sus plantas son producidas a partir de semillas, extraídas de frutos recogidos de ejemplares silvestres sanos y que han llegado hasta nuestros días  pasando  por el filtro de una selección natural, que ha permitido sobrevivir sólo a aquellos individuos mejor adaptados.


Frutos de ejemplar silvestre de serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia



No debemos olvidar que las plantas que encontramos a día de hoy en nuestros campos, cuyos frutos recogemos en Viveros Talaia, no han sido objeto desde su germinación de ningún tipo de cuidado, es decir, ellas por sí solas han prosperado tras hacer frente a todo tipo de adversidades ambientales.

Desde sus comienzos, en Viveros Talaia la producción de planta autóctona ha estado enfocada a la regeneración de zonas degradas. Se trata de un tipo de trabajo que exige plantas duras, cultivadas al aire libre y con buena capacidad de adaptación. La mejor prueba del potencial que poseen las plantas producidas en dichos viveros son los óptimos resultados de los trabajos de regeneración ambiental que venimos realizando en nuestra empresa desde hace varios años y que hablan por sí solos.

Sin embargo, la regeneración de zonas degradadas no es la única utilidad que se puede dar a la planta autóctona, ya que como veremos a continuación, algunas de sus especies se pueden utilizar como portainjertos. 

El injerto es una técnica de multiplicación vegetativa o asexual utilizada habitualmente en fruticultura. Su origen se remonta a la época imperial China (1000 a. C). Consiste en unir una parte de la planta, llamada injerto, púa o aguja sobre otra planta ya establecida, a la que se denomina patrón o portainjerto, a fin de que suelden entre ellas y puedan crecer juntas, formando, desde un punto de vista fisiológico y estructural, una unidad. En esta unión, el patrón aporta el sistema radicular al conjunto formado y, a través suyo, el agua y los nutrientes necesarios para la supervivencia. Asimismo, proporciona el sistema de anclaje de la planta. Por su parte, al injerto o variedad le corresponde aportar las hojas, flores, frutos y ramas.

Para que se pueda dar esta unión, es necesario que exista una compatibilidad entre el injerto y el patrón. Esta compatibilidad viene determinada por su cercanía taxonómica, es decir, cuanto mayor sea la cercanía evolutiva entre ambas partes, más afinidad habrá. Este es el caso de especies estrechamente emparentadas o de algunos géneros que se encuentran muy próximos en la evolución. 

Mediante esta técnica se puede lograr que la variedad que queremos mantener por sus características estéticas, organolépticas o morfológicas permanezca sin alteraciones, al tiempo que le proporcionamos una base que le va a permitir superar mejor las dificultades que se le presenten, como por ejemplo, las que aparecen cuando se planta una especie en una zona que no le es del todo propicia. De esta forma, factores ambientales, como pueden ser las heladas, los vientos, el estrés hídrico, el encharcamiento o el pH, por citar algunos de ellos, podrán ser enfrentados con más garantías de éxito. Así, por ejemplo, si injertamos al membrillero, que no puede sobrevivir en terrenos calcáreos, sobre un patrón de espino albar, (Crataegus monogyna) lograremos cultivarlo sobre suelos con un índice calcáreo superior. Además, gracias a esta técnica, podemos proporcionar mayor resistencia a aquellas especies que suelen ser frecuentemente atacadas por parásitos o invertebrados a nivel radicular.


Ejemplar silvestre de espino albar (Crataegus monogyna) en plena floración




Como vemos, la naturaleza del patrón o portainjerto resulta vital de cara a la obtención de un injerto viable y productivo, no sólo en lo que se refiere a la compatibilidad entre los dos elementos que lo integran, sino también en cuanto a su vitalidad, dureza y buena adaptación a las condiciones ambientales reinantes. Es por ello que las plantas obtenidas a partir de semillas de ejemplares silvestres, cuyo acervo genético guarda todo su potencial adaptativo, se convierten en una poderosa herramienta, que nos puede ayudar a mejorar nuestra producción. Entre las más de cuarenta especies que cultivamos en Viveros Talaia, existen algunas que se han demostrado apropiadas para ser utilizadas como portainjertos. 


Ejemplar de peral silvestre (Pyrus cordata) en una zona muy expuesta sometida a fuertes vientos 


A continuación, les mostramos una lista de las relaciones más destacadas entre distintas especies. Aquellas escritas en negrita son plantas producidas por viveros Talaia.

El endrino (Prunus spinosa) puede funcionar como portainjertos para:

              - Almendro
       - Melocotonero
        - Paraguayo
          - Ciruelo
          - Albaricoquero

El espino albar (Crataegus monogyna) se puede utilizar con:

      - Peral
      - Membrillo
      - Acerolo (Crataegus azarolus)
      - Níspola (Mespilus germanica)
      - Níspero del Japón
      - Peral Nashí

El peral silvestre (Pyrus cordata) funciona como patrón con:

       - Peral
       - Membrillo
       - Acerolo
       - Níspola (Mespilus germanica)
       - Níspero del Japón

El manzano silvestre (Malus sylvestris) sirve de portainjertos a:

      - Peral
      - Manzano

El serbal (Sorbus sp) sirve como portainjertos de:

      - Acerolo
      - Membrillo
      - Níspola (Mespilus germanica)
      - Níspero del Japón
      - Peral Nashí

Especies del género (Quercus spp) pueden ser portainjertos del castaño.

El castaño silvestre (Castanea sativa) es compatible con el castaño cultivado, al igual que ocurre con el avellano silvestre (Corylus avellana) y el cultivado.

El cerezo silvestre (Prunus avium) puede actuar como portainjertos de cerezo y guindo.

La cornicabra (Pistacia terebinthus) y el lentisco (Pistacia lentiscus) son buenos portainjertos del pistacho.

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