Seto vivo separando fincas formado por arbustos como
aligustre (Ligustrum vulgare),
morrionera (Viburnum lantana) y
espino albar (Crataegus monogyna)
Con el paso
del tiempo, el paisaje rural se ha ido transformando. Usos tradicionales de la
tierra han sido abandonados, y las urbanizaciones y las viviendas unifamiliares,
que cuentan con pequeños terrenos particulares aledaños, han terminado por
diseñar un nuevo paisaje. En un intento por conseguir privacidad y sustraerse
de la miradas indiscretas, sus nuevos moradores han protegido sus fincas con cerramientos
a base de árboles y arbustos alóctonos o foráneos.
Las especies de árboles más frecuentemente
utilizadas son Thuja plicata, procedente
de Norteamérica, y sus variedades, y Cupressocyparis
leylandii, híbrido originado en Gales central a partir de dos especies
procedentes de Norte América, C.
macrocarpa y Chamaecyparis
nootkatensis. En cuanto a los arbustos más empleados en cerramientos
destacan Photinia x fraseri, híbrido también llamado Photinia
Red Robin, cuyo género procede de Asia; Cotoneaster lacteus, oriundo de China, y
Pittosporum tobira, originaria del
sur de Japón y Este de China.
Son varios
los factores que explican la sustitución en nuestros setos vivos de las plantas
autóctonas por otras procedentes de países lejanos. Por un lado, se demandan
plantas con crecimiento rápido, que, en el menor tiempo posible, proporcionen
la máxima cobertura: indudablemente dichas especies lo brindan. Por otra parte,
son plantas que en un principio resultan exóticas y poco vistas: fenómeno
puntual y efímero, que se termina cuando la mayoría de fincas y jardines
recurren a las mismas especies. Un buen ejemplo de esto último son los plumeros
de la Pampa: sensación de belleza cuando se comenzaron a ver en los jardines y sensación
de hartazgo al percibirlos ocupando gran parte del paisaje. Finalmente, no
habría que olvidar el gran desconocimiento que buena parte de la población
tiene de nuestras plantas, de las distintas especies que existen y de sus enormes
posibilidades de cara a una jardinería sostenible e, incluso, económica.
Sin embargo, se ha comprobado que la
utilización de especies de árboles de crecimiento rápido, como, por ejemplo, la
Tuya o los leylandis, conlleva importantes riesgos. Los árboles, por
definición, tienden a desarrollar sus ramas a una cierta altura del suelo, por
tanto, pasados algunos años, empezarán a dejar huecos por abajo, clareándose el
seto de forma progresiva. Además, sus raíces, diseñadas para soportar y anclar
árboles de gran envergadura, alcanzan enormes desarrollos, que, en muchos
casos, pueden llegar a generar graves problemas, pudiendo afectar al propio
edificio, si se han plantado próximos a él. Todos hemos visto, en nuestras
ciudades y pueblos, árboles plantados hace años, que, cuando alcanzan grandes
proporciones, terminan provocando con sus raíces problemas en aceras y
carreteras.
Ciertamente
este tipo de inconvenientes no afectan a los arbustos mencionados. Sin embargo, no hay que olvidar los riesgos
que se derivan de su carácter alóctono o foráneo. Todas las plantas citadas anteriormente son
productoras de frutos; los cuales han sido seleccionados por la evolución para
dispersarse y perpetuar el organismo mediante la semilla que lleva en su
interior. Para ello se han dotado de diferentes estrategias, como, por ejemplo,
desarrollar colores atractivos, pulpas dulces, expansiones que facilitan su
diseminación por el viento, etc. Es decir, nada impide que los frutos de las
plantas exóticas empleadas en nuestros setos y cierres puedan ser dispersados y
prosperar en el medio natural como otra especie autóctona cualquiera, con el
riesgo de terminar convirtiéndose en una nueva especie invasora. Esto dependerá
únicamente de lo agresiva que sea y de su capacidad de desplazar a otras
especies. Concretamente, dos de las especies mencionadas anteriormente, Cotoneaster lacteus y Pittosporum tobira, ya se han
naturalizado en la CAPV y resulta frecuente su presencia en hábitats antrópicos
como bordes de carreteras y espacios naturales y seminaturales cercanos a la
costa.
Extracción de pies
sueltos de Pittosporum tobira que ha
conseguido prosperar sobre los acantilados. Al fondo se pueden ver
numerosas edificaciones que han utilizado dicha planta para hacer sus
cerramientos
Semillas de Pittosporum tobira sobre la arena
esperando su oportunidad para germinar
Por todo
ello, es necesario hoy en día insistir en que entre las plantas autóctonas
existe una gran variedad de especies que, durante siglos, han cumplido la
misión de separar fincas en el mundo rural y que pueden ser empleadas para
hacer nuestros cerramientos. El laurel (Laurus
nobilis), el aladierno (Rhamnus
alternus), el cornejo (Cornus
sanguinea), el lentisco (Pistacia
lentiscus) o el madroño (Arbutus
unedo), son sólo algunas de ellas. Cualquiera de estas especies puede
formar setos de gran belleza por su floración, fructificación y color de sus
hojas; admiten tratamientos de poda, se encuentran perfectamente adaptados a
las condiciones ambientales de la zona, requieren pocos cuidados, pueden servir
de alimento a las aves frugívoras y en ningún caso van a generar problemas de
invasiones. Además, si combinamos varias especies a la hora de hacer el seto,
podremos limitar el desarrollo de plagas, ya que la aparición de estas está
íntimamente relacionada con la expansión de los monocultivos. Asimismo, a
través de estas combinaciones dotaremos de mayor cromatismo al conjunto.
Seto monoespecífico de Cupressocyparis leylandii afectado por Phytophtora sp
Seto utilizado para separar fincas formado por
distintas especies, entre ellas destaca el cornejo (Cornus sanguinea) con su característico color granate cuando
comienza a otoñar
La
experiencia adquirida por nuestro equipo técnico a lo largo de todos estos años,
tanto a través de los Viveros Talaia, como de los numerosos trabajos
realizados, nos demuestra que, si se colocan en el modo y lugar adecuado, las
plantas autóctonas son capaces de desarrollar unos crecimientos notables. Por
las numerosas ventajas que supone la utilización de estas plantas en jardinería
para la creación de setos vivos y sus nulos inconvenientes, junto a los
numerosos problemas que ha acarreado y acarrea la utilización de plantas
exóticas, creemos que es el momento de
dar un cambio hacia una jardinería ambiental sostenible, que, lejos de empobrecer
nuestro patrimonio natural, contribuya a mantenerlo y mejorarlo.
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